Conforme a los últimos estudios realizados por la Asociación Española de Afectados de Cáncer de Pulmón y por el Grupo Español de Cáncer de Pulmón, aproximadamente el 30% de los adolescentes españoles fuman, comenzando a hacerlo a una media de edad de 13.5 años. A partir de esta edad, el tabaquismo se incrementa, dándose su mayor consumo en la franja de edad 16-18 años. A esta edad, más del 25% de los adolescentes fuma entre 8 y 10 cigarrillos diarios, cantidad que se incrementa a 15-20 los fines de semana o los momentos de ocio.
Una de las principales razones por las que los adolescentes empiezan a fumar es porque consideran que les ayuda a ser aceptados socialmente en un grupo particular de amigos. No obstante, otros comienzan a hacerlo por rebeldía, para controlar el peso, porque les hace sentirse interesantes o independientes o simplemente porque sus familiares o amigos tienen este hábito y lo ven «como algo normal».
La gran mayoría es consciente de que el consumo de tabaco produce a largo plazo enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfisema (descomposición del tejido pulmonar) y muchos tipos de cáncer, incluido el de pulmones, garganta, estómago y vejiga. No obstante, pocos saben que, a corto-medio plazo, esta adicción provoca deterioro dental, daños metabólicos, tos frecuente, aumento de flema, disminución del buen estado físico y problemas respiratorios.
El conocimiento de estos hechos no los disuade de probar el tabaco o productos derivados de él, ya que además de creer que estas enfermedades no les afectarán a ellos, están convencidos de que probarlo una sola vez o hacerlo de forma esporádica no los convierte en adictos.
Sin embargo, la realidad es que el tabaco es difícil de abandonar aunque solamente se pruebe, ya que la nicotina, su principal componente, es muy adictiva. El cuerpo y la mente se acostumbra tan rápido a esta sustancia que los necesita para sentirse normal. Por ello, con frecuencia se escucha que es más fácil no empezar a fumar que dejarlo.
Hasta el momento, en las líneas de trabajo de FALREX no se había incluido el tabaquismo, pero su creciente incidencia en la adolescencia ha llevado a esta federación a involucrarse también en el estudio de esta droga que causa tanta o mayor dependencia que el alcohol.